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El silencio en Sound of Metal.

  • Gabriel Fidalgo
  • 10 nov 2021
  • 8 Min. de lectura

Actualizado: 21 ene 2022

La vida de Ruben Stone, batería de un grupo de rock, cambia radicalmente en un drama independiente sobre la pérdida de la audición.

Póster oficial obtenido de la página de FilmAffinity.


Cuando nos referimos al sonido que más recordamos de alguna película o serie, solemos hablar de la banda sonora. Las melodías que acompañan a las diferentes escenas de una película o una serie suelen ser temas completamente originales, que son compuestos por diferentes directores de orquesta e interpretados por ellos. Las bandas sonoras “dan sonido” las imágenes y con ello se pretende transmitir al espectador una sensación que dé credibilidad a una escena. El término que se suele emplear para referirnos a la música que se utiliza en una película es BSO y siempre es la parte sonora con más interés. Sin embargo, este elemento no compone el sonido total de una película y hay algunas obras que dejan bien claro que hay otros elementos sonoros con los que se puede transmitir la misma sensación. Precisamente por esto, los premios Oscar tienen separadas las categorías de mejor Banda Sonora Original y mejor Sonido. Tengo que reconocer que yo soy una de esas personas que apreciaban más lo primero que lo segundo, pero, recientemente, he descubierto una serie de producciones que me han sorprendido.


Una película "casual".

Hace poco, navegando por la plataforma de Amazon Prime Video, encontré una película llamada Sound of Metal y leí la sinopsis. Soy una persona que puede ver casi cualquier cosa, siempre y cuando me puedan contar algo que me enganche rápidamente, así que busqué el nombre en Internet y descubrí que había sido la ganadora de los Oscar 2021 a mejor Sonido y mejor Montaje. Las producciones de plataformas como Netflix llevan ya un par de años metiéndose en las nominaciones de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood, y está claro que la competencia no se iba a quedar atrás. No había leído nada sobre esta cinta y, habiendo recibido ese premio, me pareció extraño que no hubiera resonado tanto en los medios de comunicación. ¿Sería porque es mala? ¿Quizá la pandemia tuvo algo que ver en su repercusión mediática? ¿Qué es lo que la hacía tan especial? Son preguntas que me rondaban la cabeza, pero tenía que averiguarlo. El hecho de que sea una película original de una plataforma de vídeo bajo demanda me pareció todavía más interesante.


Una historia de interés social.

Riz Ahmed, conocido por interpretar a Bodhi Rook en Rogue One, se pone en la piel de Ruben Stone, un batería de una banda de noise rock que lidera junto a su novia. Ruben había sufrido una drogodependencia de la que pudo salir con ayuda de Louise, una chica francesa había huido de su casa y se encontraba sin sitio a donde ir. Él le dio un techo bajo el que dormir y ella le ayudó a superar su situación. Cuatro años después, justo al comienzo de una gira importante, el batería se da cuenta de que algo le está pasando en los oídos: está dejando de oír. El médico solo le confirma lo que él ya cree, pero añade que no podrá seguir con su vida de músico si no quiere perder del todo la poca audición que le queda. También le comenta la posibilidad de ponerse unos implantes cocleares, pero tienen un coste demasiado alto. Entonces, su padrino en Alcohólicos Anónimos invita a la pareja a conocer a Joe, que dirige una comunidad de personas sordas. A cambio de que Lou le espere hasta su recuperación, Ruben decide quedarse en el centro para aprender a aceptar su situación. Allí le enseñan mucho sobre la comunidad sorda y su conflicto pasa a un segundo plano. Sin embargo, la necesidad de volver con su pareja pesa mucho más para él y termina recurriendo a operarse costara lo que costara. Pese a ello, nuestro protagonista acaba por descubrir que no sería todo como él pensaba y concluye por abrazar la calma del silencio.


¿Una situación bien representada?

El ritmo de esta película es algo más pausado de lo que nos tienen acostumbrados en estos momentos en las salas de cine. La duración es de dos horas, en las que Darius Marder, el director, se toma su tiempo para exponer un conflicto social más común de lo que podemos pensar. La pérdida de audición es una situación a la que muchas personas se deben enfrentar a diario, ya sea por causas “naturales” o por algún tipo de accidente puedan haber experimentado. Algunos nacen con ello y lo llevan de una manera, pero a aquellos que lo experimentan después de haber conocido los sonidos del mundo pueden llegar a cometer actos extremos. Este no es el caso de Ruben, pero la gran dificultad que le supone aceptar que se está quedando sordo es algo sí representa a parte de la sociedad. Sin embargo, el camino que empieza para poder asumirlo le lleva a un enriquecimiento personal que va más allá de lo que había tenido hasta ese momento. Comienza a empatizar y entender a sus compañeros, aprende la lengua de signos, y se convierte en alguien importante para la comunidad. Dentro de todo este proceso, también aprende a valorar el silencio como algo que, en palabras de Joe, supone un momento de “sosiego”.

Es posible que este sea el punto fuerte de la película: el retrato de un problema sobre la capacidad auditiva, de una forma interesante y conmovedora. La cinta es todo un drama en el protagonista no solo debe lidiar con afrontar que es sordo, ya que a Ruben se le presentan más conflictos en su cabeza mientras se encuentra en el centro de la comunidad.


Un casting que se come la pantalla.

La interpretación de Ahmed en esta película es impecable. Sus gestos, sus expresiones y su carisma consiguen transmitir aquello que está sintiendo o pensando. El personaje de Ruben es alguien con quien nos podríamos sentir identificados, ya que no sabemos cómo podríamos reaccionar si nos dedicáramos a la música y una de nuestras herramientas principales comenzara a fallar. Nuestro protagonista demuestra un desarrollo de personaje muy importante a lo largo de la cinta, que podemos apreciar como algo completamente natural. Se le presentan dos conflictos muy claros: quiere solucionar su problema auditivo y recuperar el oído, y también quiere recuperar su modo de vida con Lou de antes de quedarse sordo. Ambos están ligados, pero los trata de dos maneras distintas. Él, en un principio, cree que la solución a todo es conseguir el dinero para poder ponerse los implantes. Sin embargo, a medida que avanza la trama, Ruben empieza a convivir con el resto de personas de la comunidad de Joe y a tener momentos de felicidad, que van más allá de tocar y estar de gira. A pesar de vivir, supuestamente sin contacto con el exterior, él no deja de querer saber cómo le está yendo a su novia. Para averiguarlo, se cuela casi cada mañana en la única habitación en la que hay un ordenador y, cuando descubre que ella ha seguido avanzando en su carrera, toma la decisión de dejar todo lo que tenía como músico y venderlo para conseguir dinero rápidamente. Aquello que había logrado en el tiempo que había estado en el centro de Joe no era más importante para él que su novia, que había estado con él en su peor momento. El caso es que las cosas no siempre son como uno espera y para Ruben no iba a ser distinto. Podía dejar atrás a las personas que había conocido y la confianza que ellos habían depositado en él, pero la operación no cambiaría todas las experiencias que había tenido y su aprendizaje. Por eso mismo, al “recuperar” el oído y reencontrarse con su pareja, se dio cuenta de que nada era como lo recordaba. Aceptó la situación y también que el sosiego del silencio era mejor que el ruido que sentía con los nuevos implantes.

Olivia Cooke cumple muy bien con el papel Lou, la compañera sentimental y musical de Ruben, teniendo más relevancia en el arranque del filme. El sacrificio que tiene que realizar al separarse de Ruben, para que éste puede adentrarse en el centro de Joe, sirve para que toda la historia pueda desarrollarse. Joe, interpretado por Paul Raci, será el mentor de Ruben para que pueda iniciarse en el dominio de unas virtudes que, a partir de ese momento, serán como directrices para su vida.



Imagen de Riz Ahmed obtenida de la página de Premios Oscar.


El gran protagonista: el sonido .

Sound of Metal no brillará por sus efectos especiales, sus paisajes, su fotografía o su ritmo; pero sí es una película que saca a relucir lo importante de una buena narrativa. Es profunda y sabe llegar al público. Para ello, también utilizó un elemento fundamental: el sonido. Y es que para poder entender mejor a Ruben, Nicolas Becker, ingeniero de audio del proyecto, trató de que la experiencia fuera lo más auténtica posible. Él y el director consultaron a gente que ido perdiendo el sentido del oído a lo largo del tiempo, como le pasa a Ruben en la película. También consultaron con expertos para saber y entender cómo suena el entorno para la gente con implantes cocleares. Becker incluso llegó a construir un micrófono pequeño para que Ahmed se lo metiera en la boca y se pudiera grabar su respiración.

Considero que la característica técnica más importante de la cinta es el uso del sonido. Desde el inicio escuchamos lo que cualquier persona sin sordera escucharía, con todo detalle y un diseño de sonido muy meticuloso. A partir de un punto y empleando una mezcla de ruidos, la película nos hace escuchar lo que escucha Ruben: absolutamente nada. Estas escenas de silencio pueden resultar agobiantes y algo frustrantes. Cuando pasamos a una toma con sonido, se puede llegar a tener una sensación de alivio, como de recuperación de la normalidad. Es con el buen empleo de esta herramienta que Marder trata de hacernos comprender el dolor de Ruben. Sin embargo, el filme no pretende que se mire desde fuera al protagonista sufriendo y regodeándose en la “miseria”. Esta forma de utilizar el sonido nos hace empatizar con él y sentir parte de su carga de la forma más natural y real posible. Es algo digno de la mayor admiración y que justifica la nominación al Oscar a mejor Sonido.



Una cinta previsible, pero necesaria.

El drama que es Sound of Metal no supone algo revolucionario en el cine, pero la forma de contarlo es muy original. La cruda realidad que presenta es capaz de llegar a la audiencia a través de una experiencia sonora totalmente inmersiva. Los cambios de plano y sonido ayudan a cambiar las perspectivas de los personajes y, al final, llega a exponer una idea de aceptación muy necesaria. Sin embargo, se podría decir que la historia no deja der ser algo predecible y que la resolución se ve venir desde el comienzo de la película. Sabiendo eso, la cinta no deja de ser un relato muy interesante de un músico que busca adaptarse a las nuevas situaciones que se le están echando encima. Y, aunque no haya muchas escenas musicales en la película, Ruben no deja de lado su faceta de batería hasta su reencuentro con Louise. Su relación y todo lo que les había aportado había cumplido con su propósito, y se dan cuenta de que ya no comparten ese mundo. Es entonces cuando nuestro protagonista comprende que debe seguir adelante y que el silencio es más valioso de lo que creía.

Aquí o en el siguiente enlace podréis aprender más sobre el sonido en producción audiovisual:

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