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La crudeza visual de La lista de Schindler.

  • Gabriel Fidalgo
  • 12 nov 2021
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 21 ene 2022

Una de las películas más alabadas de la historia del cine sigue siendo todo un ejemplo en dirección, fotografía e iluminación.

Póster oficial en honor del 25 aniversario obtenido de la página de SensaCine.


Cuando pensamos en películas que retraten la dura realidad que se vivió durante la Segunda Guerra Mundial se nos vienen a la cabeza grandes obras como Valkiria, Dunkerque, Casablanca o Slavar al soldado Ryan. Cada una tiene un género diferente y cuentan historias distintas, más reales o ficticias, más dramáticas o de acción, románticas o trágicas. El horror del Holocausto ha sido representado de muchas maneras, pero hay una cinta que cuenta con un sello distintivo. La lista de Schindler es un largometraje, dirigido por Steven Spielberg, que se estrenó en 1993 y a día de hoy se conoce como una de las mejores películas de la industria cinematográfica. Sus 7 premios Oscar y otra larga lista de galardones pueden dar credibilidad a lo que estoy comentando. Se trata de una película, basada en hechos reales, necesaria para todo aquel interesado en uno de los mayores conflictos del siglo XX.


Los grandes conflictos armados.

La historia siempre me ha despertado una gran curiosidad y hace ya unos años que la historia contemporánea se convirtió en mi época favorita. Las dos guerras mundiales son distintas y su estudio es realmente apasionante, pero las piezas audiovisuales que tratan de documentar ambos sucesos son también, por lo general, muy ilustrativas. La Primera Guerra Mundial es, quizá, el acontecimiento que menos se ha llevado a la gran pantalla. Podría ser porque no se trató de una guerra total, o porque sus consecuencias tuvieron mucho más impacto para la sociedad que la guerra en sí misma. De todos modos, hay obras como la película 1917 que intentan relatar lo sucedido con especial cuidado.

Por otra parte, la Segunda Guerra Mundial supuso el punto más alto de la capacidad destructiva de la humanidad. Un hecho que se cree que dejó más de 60 millones de personas muertas y que significó exterminación del pueblo judío casi al completo. Las motivaciones de los miembros del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán no fueron las mismas para explotar, torturar o matar a judíos, y eso es algo que queda muy bien retratado en la película. Quizá el filme sea ligeramente viejo para personas como yo, que nacimos ya a principios del siglo XXI, pero, después de verlo, se puede decir que eso es lo de menos y que el terror que cuenta es algo que pasó de verdad y que debe saberse.


Un relato real.

Liam Neeson interpreta a Oskar Schindler, un empresario alemán afiliado al Partido Nazi que tiene un gran talento para las relaciones públicas. Schindler busca ganarse la simpatía y el favor de los nazis de cara a su beneficio personal, ya que realmente no comparte su ideario. En septiembre de 1939 el ejército alemán invade Polonia y los judíos son internados en guetos y enviados a campos de concentración. Schindler aprovecha la situación para prosperar económicamente e inicia una relación con los militares más influyentes para poner en marcha una fábrica en Cracovia. Para ponerla en marcha contacta con el judío Itzhak Stern, personaje de Ben Kingsley, a quien le ofrece la posición de ser su gerente y mano derecha. Con este movimiento, Schindler también pretende atraer a los inversores judíos y que Stern dirija su empresa en la sombra; ya que él prefiere ser la cara del negocio y beneficiarse del trabajo de los demás.

De este modo, Stern elabora una lista de trabajadores judíos que estarán únicamente bajo la protección de Schindler. Según avanza la guerra, Schindler y Stern comienzan a darse cuenta de que a los judíos que contratan, los salvan de una muerte casi segura en el campo de concentración de Plaszow. Es un campo liderado por el Comandante nazi Amon Goeth, a quien da vida Ralph Fiennes, un hombre cruel que disfruta matando judíos. Schindler, a pesar de tardar unos años en comprender los actos inhumanos de los nazis, acaba por implicarse totalmente contra el Holocausto sin quererlo. Lo que empezó como un negocio, termina convirtiéndose en una obsesión de Schindler por mantener a sus operarios con él. Esto le lleva a comprometer su dinero y su futuro, pero tratará de liberar a todas las personas posibles del campo del psicópata de Goeth.


¿Una obra maestra?

La lista de Schindler resulta ser una película desgarradora sobre la tragedia que fue la Segunda Guerra Mundial y, sobre todo, la opresión sobre los judíos y el exterminio nazi. La trama, basada en la novela El arca de Schindler de Thomas Keneally, está contada de una forma impresionante. Los sucesos de cada escena importan y tienen algo que aportar al desarrollo de la historia o de los personajes. Resulta algo admirable, teniendo en cuenta que el largometraje dura más de tres horas. Sin embargo, el tiempo que le dedica a cada plano, a cada secuencia, a cada conversación, a cada mirada y a cada movimiento está perfectamente equilibrado. La dirección de Spielberg es impecable. El hecho de que decidiera rodar la cinta en blanco y negro contribuyó a dar un estilo documental de las imágenes, lo que hace que la fotografía y la iluminación sean los elementos más destacados del apartado técnico.

La sensación de inmersión llega a ser tan grande, que a veces se puede olvidar el detalle de que la obra carece de color. Solo se recupera esa sensación de falta de color cuando aparece una niña con un abrigo rojo en pantalla. Esta niña, según Spielberg, pretendía simbolizar cómo los miembros del más alto nivel del gobierno de Estados Unidos sabían que el Holocausto estaba ocurriendo y se quedaron de brazos cruzados. Al margen del simbolismo, que también está presente cuando los judíos encienden velas, la banda sonora original del filme también cumple una función de transmisión de emociones. La música, compuesta por John Williams, no pasa desapercibida y se ajusta a cada situación perfectamente, de tal modo que las escenas son más impactantes. En definitiva, la cinta es muy cautivadora, independientemente de que guste o no la temática de la guerra, ya que esta no es una película de acción. Sabiendo que está inspirada en un hecho real, considero que de ella se puede aprender muchísimo, ya que es muy rica en soporte documental.


Elenco de élite.

El personaje de Oskar Schindler es el más complejo de todos. Liam Neeson debe encarnar a un hombre que tiene las ideas muy claras al principio, pero que, con el tiempo, se va dando cuenta de que hay cosas más valiosas que el dinero y el poder que tanto anhelaba. Schindler termina por querer salvar a los judíos por sí mismo, porque comprende que lo que los nazis están haciendo con ellos es una crueldad y una injusticia. Para ello, llegará hasta el límite de poner en riesgo su propia vida y su riqueza si con eso puede salvar unas pocas vidas. Ben Kingsley da lo mejor de sí como Itzhak Stern, un judío que también quiere salvar a los suyos, los conozca o no, y que ve en la fábrica de Schindler una oportunidad para ello. A pesar de su situación, nunca deja de estar para su director y le informa de todo cuanto puede. Incluso cuando casi termina en un campo de concentración, la relación que tiene con Schindler le termina por salvar, algo por lo que se muestra siempre muy agradecido. A pesar de ello, sabe que su situación no es nada fácil, pero intenta lidiar con todos los conflictos que se le presentan con el diálogo por delante. Ralph Fiennes también logra ofrecer una actuación impresionante con Goeth, un nazi sádico y que ha perdido la cabeza en su desprecio por la vida de los judíos. Es un personaje que se mantiene firme con sus principios hasta el final, que, hasta el momento de su ejecución, termina gritando Heil Hitler.



Imagen de Steven Spielberg y los tres protagonistas obtenida de la página de El Regidor de Cine.




Nominaciones y premios muy merecidos.

En la escena final, que tiene un tono más documental y es a color, después del homenaje de los judíos de Schindler, unas manos colocan un ramo de flores encima de las piedras de su tumba. En el momento del estreno, casi todo el mundo dio por sentado que eran las del propio Steven Spielberg, pero realmente son las del protagonista, Liam Neeson, que fue nominado al Oscar a mejor Actor por su magnífica interpretación. La lista de Schindler fue un éxito para la crítica y la taquilla mundial. Los Oscar se rindieron a ella y supuso el primer premio de la Academia para Steven Spielberg. El director fue galardonado con dos estatuillas, como realizador y productor del filme. Un detalle muy interesante es que Spielberg, a pesar de ser uno de los directores más reconocidos del momento, que ha creado obras maestras como Jurassic Park, E.T o Tiburón, solo ha ganado el Oscar al Mejor filme del año con esta película. No obstante, ha sido ganador de la estatuilla dorada al mejor Director por segunda vez con Salvar al soldado Ryan.

Aun así, La lista de Schindler es, a día de hoy, la película de Spielberg que más reconocimientos ha recibido. Cuenta con un total de siete premios Oscar, que comprenden las categorías de mejor Película, mejor Dirección, mejor Guion Adaptado, mejor Fotografía, mejor Banda sonora, mejor Montaje y mejor Dirección artística. También ganó siete Premios BAFTA y los Globos de Oro en 1993 a mejor Película de Drama, mejor Dirección y mejor Guion. En definitiva, fue toda una revelación para la crítica profesional y para el público general; una película que engrandeció la figura de Spielberg e impulsó la carrera de Liam Neeson.


La fotografía y la iluminación como parte fundamental de la cinta.

Una característica insignia del largometraje, sobre la que he hecho especial hincapié, es el tratamiento de la imagen. Spielberg rodó gran parte de la cinta con la cámara en mano, logrando captar cada gesto de los personajes y reflejar los sucesos como si de una película documental se tratara; y es que esta era su idea desde el principio. El director de fotografía, Janusz Kaminski, aprovechó los espacios en exteriores y en interiores para la iluminación, jugando con las luces y sombras que matizaban el rostro de los actores a través de luces laterales o contraluces. Debido a esto, las escenas exteriores generalmente están rodadas bajo lo que parecen cielos nubosos, sin ningún tipo de luz de apoyo, sobreexponiendo el negativo para obtener una imagen de negros profundos y de muy buena calidad.

Para ampliar la información sobre iluminación en producción audiovisual, pinchad aquí o en este enlace:



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